Normalmente se recomienda que todos los niños se hagan un examen ortodóncico a los siete años como muy tarde.
¿Por qué?
A esta edad, ya tenemos en boca los primeros molares (muela de los 6 años) y podemos evaluar si los maxilares encajan bien. También tenemos los incisivos, que al ser dientes anteriores harán detectar al especialista y a los padres el problema.
Además, el niño está en crecimiento, con lo que podemos mover los huesos maxilares, armonizar su tamaño, corregir malos hábitos dentales, mejorar la erupción de otros dientes, mejorar la estética y los problemas del lenguaje y autoestima (Ortopedia mediante aparatos funcionales).
Por último, simplificamos y/o acortamos los tiempos respecto a Ortodoncias posteriores, por eso el momento ideal es aquel en el que el tiempo con la aparatología instalada sea menor.
